Se acercan las elecciones generales y se acerca también lo que más temen los políticos (más que por otra cosa porque es algo que les hace perder elecciones): una recesión económica; hecho que, curiosamente, no conoce de siglas políticas. Entonces, por una parte tenemos a la oposición mencionando por activa y por pasiva la palabra "recesión", dando a entender que está deseando que llegue cuanto antes (lo que puede ser cierto, pero queda algo feo si se hace público). Y el gobierno, con el insigne Zapatero a la cabeza, tratando de desviar la atención con medidas que no son más que un brindis al Sol, Solbes dixit. Entre estas, la última rueda de prensa para presentar unas ayudas al alquiler que ya existían y el derecho inalienable a una vivienda en Andalucía merecen su sitio en el Museo de los Horrores, aparte de ser un insulto a la inteligencia, un menosprecio al raciocinio de los ciudadanos y una maniobra electoral burda.

Por último, querría citar las salvas nacionalistas, que tratan de desviar la atención con proclamas soberanistas, independentistas o de lo que sea, para que nadie se fije en su desastrosa gestión (túnel del Carmel, por ejemplo), en sus prácticas discriminatorias que harían palidecer a Stalin o Hitler (imposición de una lengua), o en la forma en que meten mano a la caja. Piensan que mejor hablar de selecciones nacionales no reconocidas que de los verdaderos problemas de la vida diaria; todo, quizá, con el objetivo de ganar competencias y tener una caja más grande que saquear. Por mi experiencia, eso no les funciona mucho con el común de los ciudadanos (poco interesado en aspectos nacionalistas salvo que esté a sueldo de las instituciones, lo que le vuelve inusualmente apasionado) pero llena telediarios, que es de lo que se trata, en esta democracia.
En fin, menudo panorama político que tenemos en España. Algo hemos debido hacer y muy gordo ha debido ser para merecernos esto.
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