Monday, December 15, 2008

Éramos pocos...

... y parió la abuela.

Cuando ya parecía que la crisis que ha venido sacudiendo los mercados financieros en los últimos 18 meses nos había mostrado todas sus cartas, nos encontramos con lo inesperado: una estafa piramidal en los elitistas clubes de inversión de Nueva York y Florida. Es de locos, la verdad. Aunque alguna conclusión hay que sacar de esta estafa y yo, en este corto período de tiempo, he sacado dos:
1) La SEC no sirve como organismo supervisor, no se entera de nada de lo que pasa a su alrededor. Me resulta increíble que este sea el regulador de la bolsa norteamericana. Igual se la dan bien otras cosas, pero lo que es supervisar, la verdad es que no, no es lo suyo. Alguien la tendrá que pedir responsabilidades antes o después, digo yo.
2) Me río de los que decían que la estafa piramidal (muy parecida a Fórum Filatélico y Afinsa) se produce solo por los reducidos conocimientos financieros de quien formaban parte de ella. Pues en este caso, nos encontramos con algunas de las mayores fortunas de Norteamérica, bancos europeos,... Vamos, gente que parece saber algo de las finanzas. Y que encima se consideraban privilegiados al formar parte de ella. Lo que se debe haber reído el señor Madoff en su casa todos estos años, la verdad.

Esto es lo último que ha pasado lo inmediato, pero desde mi última entrada han pasado algunas otras cosas que me gustaría, al menos, mencionar.

La primera es la ayuda que el gobierno norteamericano ha dado a Citigroup. Hace un año aproximadamente, Citigroup presumía delante de los bancos europeos de que apenas había reconocido pérdidas por los activos tóxicos de su balance, cuando sin rubor alguno las reconocía fuera de balance y latentes. El resultado es que un año después ha tenido que acudir llorando a los brazos de papá Estado. En este punto, ya he dejado de preguntarme qué papel juegan los organismos reguladores norteamericanos (SEC, FDIC,...) porque veo que no pasan de meras comparsas embutidos en caros trajes de diseño.

La ayuda al maltrecho sector del automóvil norteamericano me ha proporcionado algún que otro momento de felicidad. Resultó patético ver a tanto CEO balbucear cuando les espetaron en el Congreso de los EE.UU. por qué habían ido a esa cita en su jet privado, dado que sus empresas están tan necesitadas de dinero. Para la siguiente cita, acudieron todos en prototipos de coches eléctricos (o similares). ¿Qué será lo siguiente? ¿Ir en tren? ¿Hacer una teleconferencia con Skype? El amor propio de alguno de estos CEO ha sufrido demasiado con esto y eso es algo que me encanta, para qué lo voy a negar.

No quisiera pasar por alto la metedura de pata (¿o era intencionada?) de Goldman Sachs, hace unos meses, cuando anunciaba que el petróleo alcanzaría los 200 dólares, culpando de ello a los chinos (los pobres), por utilizar tanto petróleo. Pues bien, hoy en día el barril se encuentra por debajo de los 50 dólares y no parece que vaya a dispararse de precio en el corto plazo. Esto me deja dos conclusiones respecto a la predicción de Goldman Sachs: 1) no se enteran de nada y basan sus predicciones en hechos erróneos (si es así, se pueden juntar con los amiguitos de la SEC mencionados antes); 2) tienen algún interés oculto, en forma de derivados, para encarecer artificialmente el petróleo y así apuntarse jugosos beneficios (a esto se le llama especular).

Pues creo que ya está, no se me ocurre nadie más contra quien escribir por ahora. Así que mejor lo voy dejando, que esta entrada ya es demasiado larga. A ver lo que me encuentro la próxima vez que escriba sobre economía.

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