Lo del título es porque después de cuatro meses en Alemania

En Ablanque he intentado (y casi conseguido) salir con la bicicleta cada día. Sin embargo, no he acabado muy contento con mis sensaciones. Hay que tener en cuenta que 25 kilómetros allí, rodeado de cuestas inmundas, son como 50 kilómetros en llano. Resulta también curioso cómo lo paso peor cuando voy más despacio. Me explico. Bajando he llegado a alcanzar los 50 km/h y no puedo decir que me haya cansado mucho. Pero subiendo han sido varias las veces en las que el corazón y los pulmones parecían explotar, cuando no pasaba de los 10 km/h. Juas, juas, juas.
Y poco más han dado de sí estas dos semanas. He estado con algunos de mis viejos amigos, a los que solo veo en Ablanque, y realmente lo he pasado muy bien con ellos, disfrutando mucho cada minuto que estaba con ellos (otros viejos amigos no me han hecho mucho caso, pero que les den, yo me quedo con los de verdad). Tampoco me ha dado tiempo a aburrirme ni me he sentido frustrado por no haber hecho ningún viaje estratosférico este año (el año pasado visité Islandia y Sudáfrica), porque ya me irá llegando la "marcha" y los viajes a partir de septiembre...
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