Thursday, August 31, 2006

La muerte del cine

He visto hoy un poco la televisión y he acabado presa de un ataque de pánico. Telemadrid ha anunciado una película para esta noche, creo, sobre un canguro que habla y gesticula como una persona. Cualquier atisbo de talento en esta película es fruto de la casualidad. Me ha dado miedo. Los dos siguientes anuncios no han hecho sino confirmar mis peores temores: la película Garfield 2 y otra película de la factoría Disney (argh) sobre un niño que encoge de tamaño y se hace amigo de una hormiga. Debo reconocer que este último argumento me deja anodadado, simplemente es tan estúpido, con perdón, que bloquea mi cerebro y no puedo reaccionar.

Pero lamentablemente esto no es un caso aislado, sino una tendencia ya apuntada años atrás: el cine se ha hecho negocio y cada vez es más difícil encontrar una película que realmente emocione al espectador. No, asistir a una descarga de efectos especiales superfluos y sustos donde la sangre es protagonista no es lo que yo entiendo por "emocionar". Cada vez adquieren más importancia los efectos especiales, que deberían ser secundarios, un medio para contar una historia, en detrimento de lo que realmente se pretende comunicar.

Hace unos meses, vi por primera vez dos grandes películas: "Casablanca" y "El tercer hombre". Quien no se sienta un poco francés entonando la Marsellesa en el bar de Rick y no se inquiete ante la presencia de Orson Welles en Viena, es que anda muy perdido. Algo que ambas películas me dejaron claro es que, hoy en día, nadie parece capaz de hacer cine con tanto talento como este. De ahí el título de esta entrada, el cine ha muerto y ha nacido la "industria del cine", más interesada en hacer dinero que en cuidar la calidad de lo que produce.

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