Sunday, May 25, 2008

Una primera comunión en el siglo XXI

Ayer asistí a una primera comunión de la hija de un familiar y todo lo que vi en la iglesia me llamó tanto la atención, que casi me veo en la obligación de escribir sobre ello en mi blog.

Como no era familiar directo, decidí sentarme en los últimos bancos de la iglesia. Allí pude asistir a algo más parecido a un desfile que a una ceremonia religiosa. Hubo gente que llegando 45 minutos tarde no tuvo reparos en entrar en la iglesia, haciendo sonar sus tacones con insistencia, para anunciar su llegada. Hubo quien sencillamente se pasó hablando toda la ceremonia, sin sentir ni la más mínima vergüenza por hacerlo en un lugar religioso, y el 95% de los asistentes ni siquiera se santiguó al principio y al final de la misa. Nadie en esos bancos estaba atendiendo a lo que sucedía en el altar y muchos de ellos optaron por salir antes de que acabara la ceremonia (hubo quien entraba y salía varias veces, como si estuviera en un bar).

El cura oficiante de la ceremonia también dejó su sello en la misma. Empezando por la duración de la ceremonia, que duró más de una hora y cuarto, y pasando por algunas de sus palabras. Tuvo la osadía de declarar que la iglesia "tiene dinero pero no chicos con quien gastarlo" instantes antes de pasar el cepillo, supongo que para tener más dinero que no puede gastar.

Los padres también tienen culpa, pues la mayoría de ellos no son creyentes ni practicantes, pero aún así llevan a sus hijos a catequesis por algún tipo de obligación social o compromiso. Si ni siquiera ellos creen en el significado de lo que sus hijos están haciendo y si únicamente lo hacen por la presión social o por organizar una fiesta a sus hijos, mal vamos.

En resumen, que dudo mucho que vuelva a asistir otra vez a un espectáculo tan triste y poco religioso como fue la primera comunión de ayer.

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