Antes de empezar a contar lo que allí ha acaecido estos días, me gustaría mencionar algo que me pasó en el aeropuerto de Francfort y que evidencia lo estúpidas que son algunas normas de seguridad aérea. Resulta que se me olvidó sacar la bolsa con líquidos de mi mochila, con lo que éstos pasaron el scanner normalmente y nadie se dio cuenta, no pasó nada. Y eso que eran materiales tremendamente peligrosos, como una colonia y un gel de baño. Nunca he creído en la eficacia de esta restricción de líquidos (me parecen más peligrosos los cordones de los zapatos y los líquidos que uno compra en las tiendas del aeropuerto) y he aquí una evidencia a mi favor.
Algo que me ha llamado extraordinariamente la atención es lo fácilmente que uno cambia de país. Había días que me levantaba en España, iba a la playa en Francia, comía en España de nuevo, iba otra vez a Francia y me acostaba en España. Me resulta chocante que haciendo algo tan simple como cruzar un puente, se pase de depender de las leyes francesas a las españolas, y viceversa. En la foto de abajo y a grandes rasgos, lo que queda a la derecha del río Bidasoa es Francia, y la parte de la izquierda España.

También he encontrado tiempo para visitar San Sebastián, una ciudad señorial pero que tiene un cierto aire decadente. Pude ver el hotel donde se celebra el festival de cine y pude comprobar que no son tontos los directores y actores, pues siempre tienen festivales en sitios como Cannes, Venecia, San Sebastián,... Las vistas desde el Monte Igueldo son espectaculares y la playa de la Concha parece ser una de las mejores playas urbanas de España.

No comments:
Post a Comment