Hoy es 4 de diciembre y todavía no ha nevado en Fráncfort. En mi primer invierno en Fráncfort, en 2008, recuerdo perfectamente la primera nevada: el 14 de noviembre. Y el año pasado por estas fechas, ya me había tenido problemas para aterrizar en Fráncfort viniendo de Malta por la nieve y estaba volviendo de Eslovaquia, de unos días de nevadas de verdad y frío polar. Este año, en comparación, apenas hemos tenido temperaturas bajo cero un par de días y de la nieve, por ahora, ni rastro.
Pero es que no es solo esto. El mes de noviembre ha sido el más seco que se recuerda en Alemania y en algunos sitios han empezado a restringir el uso el agua (supongo que con las lluvias de este fin de semana, esto cambiará). Y al frío le costó mucho llegar: a primeros de noviembre se podía andar por el centro de Fráncfort con un jersey, sin necesidad de abrigo.
Todo esto para indicar que algo está cambiando en el clima. Según la gráfica que adjunto a esta entrada, la volatilidad (o divergencias) de las temperaturas parece haberse disparado en los últimos años, en comparación con los años de los que tenemos indicios (me pregunto quién mediría la temperatura en la Edad Media). No sé si es parte de un ciclo natural de altas y bajas temperaturas o de si el hombre está ayudando a acelerar el proceso, pero está claro que ya no hace el frío de antes. La gran cantidad de contaminación que genera el ser humano (y más ahora, que el "desarrollo" se está extendiendo por Asia, el continente más poblado del planeta) puede tener algo que ver, porque sería muy extraño que llenar nuestros cielos de gases nocivos no tuviera efecto alguno, pues si así fuera los gases no serían nocivos, sino inocuos.
En fin, en conclusión, que negar el cambio climático es, actualmente, de miopes, pero sigo pensando que exagerar sus efectos sea quizá de apocalípticos (también conocidos como asustaviejas). Y a ver si esta semana consigo ver algo de nieve en Eslovaquia.
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