Pues sí, esta ha sido la frase del día y algo tenía que escribir en mi blog sobre ello. La verdad es que he disfrutado viendo cómo al fin alguien mandaba callar al señor Chávez (recuerdo que tiene un programa semanal de ocho horas en la televisión venezolana). Y que haya sido el Jefe de Estado de mi país pues añade algo de orgullo al acontecimiento.
El señor Chávez, al igual que otros muchos políticos populistas latinoamericanos, ha emprendido una campaña de desprestigio y culpabilidad sobre España y el mundo occidental, a cuyas empresas, en aras de un marxismo trasnochado e interesado, culpan de vacíar los recursos financieros del país. Acompañan todo esto con grandes dosis de demagogia y una escasa tolerancia hacia las voces disidentes.
Sin embargo, parecen olvidar en ocasiones ciertos hechos que convendría que siempre tuvieran en mente, como la forma en que han llegado al poder ellos y cómo lo ha hecho el "fascista" señor Aznar. Adivinen quién de los dos ganó dos elecciones libres. Y también olvidan quién de los dos ha intentado cambiar la Constitución para perpetuarse en el cargo. Otra adivinanza. Y olvidan quién es el principal suministrador de petróleo del enemigo americano. Estos son muchos olvidos como para pensar en algo fortuito.
Sin embargo, el señor Chávez no se detiene aquí y culpa a los españoles de múltiples genocidios cometidos en siglos pasados y de todas las miserias de Latinoamérica. Esta vez olvida que la emancipación de Latinoamérica se produjo en el siglo XIX, con lo cual los perniciosos efectos de la ocupación española ya deben haber desaparecido; amén de negar todo lo positivo que el descubrimiento de América trajo a los pueblos americanos.
No, es más fácil crear mega-enemigos globales (América, Aznar) y emprender cruzadas anti-imperialistas, que afrontar el día a día de países ricos en recursos naturales pero arruinados por la corrupción generalizada de sus mandatarios (Argentina también entra dentro de este grupo) y donde las diferencias sociales crecen cada día. No hay ninguna sociedad en el mundo con las abismales diferencias sociales que se encuentran en Latinoamérica y seguramente tampoco haya ninguna sociedad en el mundo con unos políticos tan demagógicos.
Por último, querría remarcar el enorme sentido de Estado que ha demostrado nuestro monarca, defendiendo a España con vigor cuando estaba siendo injustamente atacada. Y todo esto en momentos en que se cuestiona su papel en nuestra vida política. Yo me pregunto si un presidente de la República habría actuado con esta firmeza.
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