Aprovecho que esta mañana Vettel se ha proclamado campeón del mundo de Fórmula 1 por segunda vez para describir en esta entrada el comportamiento de algunos compatriotas míos detrás de un volante, a partir de mis experiencias del fin de semana pasado en los alrededores de Guadalajara. En este link (en inglés) hay una guía de comportamiento al volante muy interesante: http://www.wikihow.com/Practice-Zen-Driving.
Empezaré por lo más polémico: los motoristas. Cada cierto tiempo organizan los "moteros" manifestaciones y concentraciones para protestar por el elevado número de accidentes mortales que sufren cada fin de semana, culpando de ello al mal estado de las carreteras y a los afilados quitamiedos. No digo que no tengan razón (que la tienen, por supuesto), pero tampoco estaría de más escuchar alguna autocrítica a su comportamiento en las carreteras secundarias. Ir en grupo de cuatro por una estrecha carretera de montaña apurando todas las curvas está bien, pero igual es algo peligroso si te encuentras con un coche en sentido contrario. Y lo mismo digo de adelantar coches a 120 km/h sin visibilidad. No me explico qué extraña reacción química impide a un motorista quedarse detrás de un coche en una caravana circulando, digamos, a 80 km/h.
También en una carretera secundaria observé cómo dos coches venían picados uno con el otro, siguiéndose a escasa distancia y adelantando todo lo que se les ponía por delante sin importarles las señales de tráfico o el recorrido de la carretera. Por el espejo retrovisor, pude ver que en los dos casos iba al volante un chico (un machote, que conduce mejor que Alonso y Vettel juntos) con su chica, por lo que deduje que se trata de algún tipo de pique entre amigos. Ya hay que tener el cerebro pequeño (y lo digo por los cuatro: los machitos y las acompañantes) para hacer algo así. La de dinero que habrán invertido sus padres en su educación para acabar así... Realmente no me salen ni los calificativos.El último caso es el del "voceras". Explico la situación: un conductor de Barcelona casi atropella a un hombre en un paso de peatones no muy bien señalizado (el de la subida del Corte Inglés, junto al Colegio Ocejón) y tiene que frenar bruscamente. Puede pasarnos a todos, uno va despistado, no conoce la ciudad y se cree que los semáforos funcionan (cuando en este cruce de Guadalajara no es así; habrá que preguntarle a la NASA). Lo que no puede ser es empezar a insultar al peatón como un energúmeno. Este caso me recordó a tantos de los que aparecen de vez en cuando en la prensa de peleas por discusiones de tráfico: realmente muy triste. La grandeza de las personas está en reconocer los errores y en admitir que no se sabe algo. Lo que este conductor hizo fue justamente lo contrario.
Lamentablemente, mucho me temo que estos no son tres casos aislados, sino que se trata de comportamientos bastante comunes en España. Tampoco son comportamientos exclusivos de nuestro país, pero a mí lo que hagan los demás países me trae sin cuidado. En el caso español, me preocupa la extensión de estos comportamientos entre la gente joven: ¿en qué nos estamos convirtiendo?
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