Thursday, October 27, 2011

De vuelta a los karts

Ayer por la noche fui con los compañeros de trabajo a correr con los karts, en un circuito cubierto a las afueras de Fráncfort. En mi caso, supuso la segunda vez en mi vida que me ponía al volante de uno de estos pequeños bólidos y creo poder confirmar, llegados a este punto, que la Fórmula 1 no se ha perdido ningún piloto de primer nivel en mi persona.

Al contrario de lo que pasó la primera vez con mis amigos de la universidad (aún recuerdo cómo eché a Javi contra el muro en una curva lenta, con toda mi intención, je, je, je), esta vez no tuve un comportamiento especialmente marrullero. Más bien al contrario, hice un trompo nada más empezar, lo que me dejó relegado immediatamente (perdería medio minuto hasta que me pusieron otra vez en la pista) y pronto empezaron a doblarme pilotos. En nuestra carrera había un grupo de cinco "profesionales" alemanes, que no era la primera vez que estaban en ese circuito, que nos sacaban 15 segundos por vuelta, con lo que estaban doblándome cada dos o tres vueltas. La verdad es que verme rezagado tan pronto hizo que me aburriera bastante porque básicamente tenía que remontar posiciones, sin tener una verdadera lucha con nadie, y tampoco podía dedicarme con ahínco a hacer una vuelta rápida, porque siempre tenía que dejar pasar a los "profesionales" (¿quién sería el "listo" que inventaría eso de la bandera azul?).

A todo esto hay que añadir las limitaciones de mi coche, que juraría que no me giraba bien en las curvas, con lo que tenía que tomar una trazada muy abierta, no siempre óptima. En otras curvas, era yo el que tomaba una trazada alternativa, más bien porque me las tragaba. Además, tras diez vueltas, los brazos comenzaron a quejarse por la dirección de los karts (están malacostumbrados a la dirección asistida) y empecé a tragarme más curvas, sencillamente porque no tenía fuerzas en los brazos para girar el volante. A mis compañeros les pasó lo mismo, o sea, que no estoy solo en esta lucha.

Pero aún con todo esto, creo que tampoco me lo tomé con tanta pasión como la anterior vez. El gen competitivo sigue estando ahí (me hace picarme conmigo mismo nadando en la piscina, lo cual me parece el colmo), pero en esta ocasión no me hizo ir al máximo: interiormente sé que podía haber conducido más al límite, muy poco más, quizá un 5%, pero no estaba dándolo todo. Será que con la edad se va haciendo uno más conservador...

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