
Ciertamente no consigo imaginarme qué deben estar pensando todos aquellos que llevan la pulsera de su fundación Livestrong. Tampoco consigo imaginarme cómo Lance Armstrong podía dormir por las noches, sabiendo que estaba engañando al mundo. ¿Cómo es posible vender pulseritas amarillas y al mismo tiempo hacer bromas con las sustancias dopantes, que corrían libremente por el equipo US Postal. ¿Es que no tiene conciencia?
No estoy diciendo que me haya pillado todo esto de sorpresa. Más allá de sus innatas cualidades para el deporte, que las tiene, sus exhibiciones en el Tour de Francia siempre resultaron sospechosas. Su ritmo de ascensión reventaría el corazón de un buey: hacer quince kilómetros de ascensión con esa cadencia de pedaleo no está al alcance del ser humano (sin ayudas externas, claro). Además, el hecho de que su equipo andase como un tiro desprendía un cierto tufillo dopante. Este informe nos ha constatado lo que muchos intuíamos: que todo era una gran mentira. Cierta y lamentablemente, el ciclismo de hace unos años está podrido hasta la médula.
Aún así, llevo todo el día dándole vueltas a la misma pregunta: ¿cómo una misma persona puede engañar al mundo tan vilmente y venderle, al mismo tiempo, las pulseras amarillas de su Fundación?
1 comment:
No se si es qui donde se comenta lo que escribes. Me parece muy bien Toño.
Tu tío de Cuba.
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