Hoy he visto el vídeo del "Harlem shake" en un avión y he pensado en que en estos tres años en Fráncfort, donde he viajado tanto y donde he cogido tantos aviones (68 en 2012 y este año ya llevo 20), me ha pasado de casi todo, excepto presenciar un "Harlem shake" (que me parece un poco payasada, la verdad). En el post de hoy, dado que ya solo tengo que coger un avión más en mi estancia en Fráncfort, voy a repasar algunas de mis mayores aventuras en los dominios de la navegación aérea.
Un lugar privilegiado lo ocupa el vuelo Malta-Fráncfort, que tomé en noviembre de 2011. El tiempo en Malta era casi veraniego cuando llegué al aeropuerto a las cinco de la tarde. El vuelo discurrió sin problemas hasta que una tormenta de nieve nos tuvo dando vueltas alrededor del aeropuerto de Fráncfort, durante dos horas. Como no podía ser de otra forma, nos quedamos sin combustible, con lo que nos vimos obligados a aterrizar en el aeropuerto de Stuttgart. Una vez allí, ya bien entrada la noche, en vez de llevarnos en tren o autobús hasta Fráncfort, despegamos de nuevo con el avión lleno de combustible... Al final, llegué a mi casa a las dos de la mañana.
Estas horas intempestivas me recuerdan el retraso de mi primer vuelo de trabajo, allá por junio de 2010 a Roma. Debido a una tormeta de verano, se cerró el aeropuerto y mi vuelo salió con cuatro horas de retraso, pasada la medianoche. Al final, llegué a la habitación del hotel casi a las cuatro de la mañana y la reunión era al día siguiente a las nueve...
Lanchile ha tenido también su cuota de protagonismo en estos tres años. Recordaré mis viajes en febrero donde en la ruta Fráncfort - Madrid abortamos un despegue ya en la pista y con el motor a toda potencia porque se iluminó un piloto. Al final, tres horas de retraso, un aterrizaje de madrugada en Barajas y un pequeño susto en el cuerpo. Peor fue en el vuelo entre Madrid y Fráncfort, donde ya con las ruedas preparadas para aterrizar nos volvimos a elevar por el viento y... volvimos a Madrid (!!!). Absolutamente de locos.
Por último, también querría mencionar mis tres cancelaciones de vuelo desde London City, debido a la niebla. En los tres casos, he acabado pasando la noche en un hotel cerca de Heathrow (con el taxi a 18 libras, eso sí) y cogiendo un avión a primera hora de la mañana. Es también una experiencia atravesarse todo Londres, desde London City hasta Heathrow. Pero por lo menos he aprendido la lección de no utilizar el aeropuerto de London City en invierno, que lo cierran a la mínima.
Pese a que estas aventuras, junto a otras de las que ahora mismo no me acuerdo, puedan hacer parecer que he tenido muy mala suerte, yo no lo considero así, ya que he cogido muchos aviones que han llegado puntuales y sin ningún problema (y más a menudo de lo que me gustaría entre la nieve). Lo que pasa es que cuando uno tiene un problema en un aeropuerto, el problema es de verdad...
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