
Pero no es oro todo lo que reluce. El beneficio presentado por estos bancos norteamericanos no es sino el resultado de una artimaña contable, consentida y hasta impulsada por el gobierno norteamericano, según la cual no deben reconocerse pérdidas por aquellos activos cuyo mercado permance inactivo durante un tiempo. Está claro que otra oleada de pérdidas multimillonarias no generaría sino más pánico y pesimismo, alimentando el círculo vicioso de la crisis.
Intentaré explicar rápidamente en qué ha consistido esta reforma (por cierto, cuyo proceso de aprobación ha durado menos de tres meses). En contra de lo que sucedía hasta ahora, si tengo un activo que compré por 100 y en el mercado vale 20, debería reconocer una pérdida por 80. Ahora, con esta modificación, si se estima que el mercado está temporalmente inactivo, no hay que reconocer dicha pérdida, con lo cual el banco sigue teniendo en su balance un activo que no vale nada, pero al menos no destroza su cuenta de resultados en el corto plazo.
Esto es solo una muestra del enorme poder de manipulación que tiene la contabilidad y cómo ésta en ocasiones responde más a intereses políticos que a la búsqueda de la verdad.
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