Tuesday, May 19, 2009

Los himnos no se silban

Sí, una semana después vuelvo para comentar el escándalo que tuvo lugar en los prolegómenos de la final de la Copa del Rey de fútbol, entre el Athletic de Bilbao y el FC Barcelona. Desde ciertos sectores nacionalistas vascos y catalanes se trató de fomentar que se silbara el himno español, como muestra del descontento de estas dos "nacionalidades históricas" y prueba de la opresión que sufren desde tiempos inmemoriales. Al final, debo admitir, se escucharon más silbidos de lo que pensaba, pero no es oro todo lo que reluce.

En primer lugar, hay que recordar la cierta afición de los españoles por silbar himnos de otras naciones, como se puede comprobar cada vez que la selección española de fútbol juega en campo propio contra otro país (el último precedente creo que es contra Turquía en el Santiago Bernabéu). Este comportamiento cerril y embrutecido tiene asombrado al mundo civilizado pero aquí no ha merecido ninguna crítica. Parece ser que esto se faltar al respeto a otras nacionalidades es una tendencia hispana innata, que sale de dentro y que no se puede reprimir.

También querría destacar el comportamiento de rebaño que suele manifestarse en un estadio de fútbol, en el que el más formal de los hombres se convierte, convenientemente estimulado, en una bestia descargadora de insultos contra el árbitro o el rival. Este comportamiento "ovejil" hace que sea relativamente fácil manipular a los espectadores de un partido de fútbol, como creo que se comprobó la semana pasada, al tiempo que deja en mal lugar la capacidad independiente de raciocionio de los asiduos a los estadios de fútbol.

En tercer lugar, el mundo del fútbol (cada vez más inquietante y endogámico en su propia estulticia) tiene una frase para situaciones como esta: "no hay que mezclar fútbol con política". Estoy de acuerdo, por una vez, pero silbar un himno no tiene mucho que ver con la política, tiene que ver con la falta de respeto a la gente a la que ese himno, sea del país que sea, conmueve. Temo que podré esperar cómodamente sentado a que los dos clubes implicados o la propia FEF se pronuncie sobre el tema.

Toda esta situación estúpida me produce una cierta desazón, tanto por la ofensa de que el himno de mi país sea silbado como por las reacciones que dicho acto ha suscitado en España. Realmente me quedo sin palabras para calificar algunas de estas reacciones y sólo puedo añadir que me hacen sentir cierta vergüenza de mis conciudadanos: "Señor, ¡qué país!".

P.D.: intentaré que la próxima entrada sea sobre los play-off de la NBA y en italiano...

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