Hace unos días leí un artículo en la prensa que reflexionaba sobre los instrumentos financieros cada vez más complejos, que han sido, aparentemente una de las causas de la reciente crisis. Con cierta razón, el autor del artículo (de cuyo nombre quiero acordarme pero solo consigo recordar que era británico) defendía que estos instrumentos financieros complejos no crean valor para la sociedad, sino que se limitan a cambiar de manos grandes sumas de dinero, generando importantes comisiones para los bancos encargados de estas operaciones. Por ejemplo, los bancos cumplen una "función social" al poner en contacto, a grandes rasgos, los ahorros de los ciudadanos con los proyectos de inversión de las empresas.
Sin embargo, los instrumentos financieros complejos (ABS, RMBS y similares acrónimos monstruosos) no parecen cumplir con ninguna función específica en términos de favorecer el flujo de crédito entre los sectores de la economía o atenuar el riesgo de ciertas operaciones, a no ser que consideremos llenar el bolsillo de estos bancos (y de sus directivos) como un fin en sí mismo. Por este motivo, argumenta el autor, argumento que hago mío, si tenemos una actividad que no genera beneficios a la sociedad en su conjunto y que, por el contrario, crea riesgos enormes en entidades tan vulnerables y necesarias como los bancos (esto es, no aportan beneficios pero tienen altísimos costes), quizá la solución más sensata fuese prohibir estos instrumentos.
No obstante, no creo que algo así pueda suceder; hay demasiados intereses creados y demasiados grupos de presión esforzándose por silenciar razonamientos similares.
La verdad es que llevaba mucho tiempo sin tratar temas económicos en el blog y ya iba teniendo ganas...
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