Wednesday, June 26, 2013

Reunión de trabajo en las Islas Mauricio

Las recientes manifestaciones y disturbios en Brasil han captado la atención mundial estos días en los que se disputa la Copa Confederaciones. En ellas se protesta contra el gasto excesivo en la infraestructura necesaria para albergar un Mundial de Fútbol de 2014 cuando hay otras necesidades más acuciantes para la población, como el transporte, la educación, la seguridad o la sanidad. A fin de cuentas, a la mayoría de brasileños no les sobra el dinero como para andar teniendo los mejores estadios del mundo (lo mismo pasó en Sudáfrica hace cuatro años). Incluso algunos futbolistas, como Rivaldo, crecieron en condiciones de una gran pobreza.

Estas manifestaciones, además, han puesto de relieve cómo en ocasiones los deseos de una élite no coinciden con los de la mayoría de la población. Pero esto no solo sucede en Brasil (que además tiene las Olimpiadas de 2016). ¿Qué sucede con Madrid? ¿Es posible que, tal y como están el país y la ciudad, la celebración de las Olimpiadas en 2020 sea la prioridad absoluta para la alcaldesa? Con la excusa tendremos que pagar un viaje a todo lujo a Singapur (hoteles de cinco estrellas, avión en clase business,...) a una delegación de unas veinte personas, la mitad de las cuales no tiene capacidad para hacerse entender en inglés. Siento la acidez pero es inevitable...

Pero además estas manifestaciones (espero) expresan un malestar de la población con la forma en que estas organizaciones mundiales (FIFA, COI y similares) funcionan. Los sobornos son práctica habitual en ellas y parecen servir para que sus miembros, elegidos de manera poco transparente, vivan a cuerpo de rey. Por ejemplo, de ahí el título del post, la FIFA (creo, me pierdo con tanto acrónimo), va a celebrar su próxima reunión anual en las Islas Mauricio. Eso es una reunión de trabajo y no las mías, que siempre son en Londres, Bruselas o Fráncfort. Y no, ni las Islas Mauricio es una potencia futbolística, ni un mercado en el que expandirse, ni nada: el verdadero propósito de la reunión está claro.

Sin embargo, hay poco espacio para el optimismo. No hay más que mirar los países que acogerán los próximos Mundiales de fútbol (Rusia y Qatar), que no son precisamente dechados de democracia e igualdad social. Esperemos que las protestas en Brasil sirvan para hacernos reflexionar y acabar con la corrupción endémica en el deporte.

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