La siguiente etapa del viaje por Francia nos llevó al Macizo Central, durmiendo en el pueblo de Saint Nectaire. Por supuesto que no conocía de nada este pequeño pueblo de apenas 800 habitantes, situado en la zona de los "Puys"; pero decidí hacer caso a mi guía de Francia, que recomendaba especialmente su iglesia románica del siglo XII. La iglesia es realmente impresionante, una pequeña joya escondida en el corazón de Francia.
Pero Saint Nectaire es mucho más que una iglesia. Tiene en sus alrededores un dolmen, un menhir, unas termas, unas grutas, multitud de rutas de senderismo, un queso propio con el nombre del pueblo y hasta un casino. Debe ser realmente un sitio turístico de Francia en verano. Sin embargo, a primeros de abril, el turismo apenas ha llegado a Saint Nectaire y tanto fue así que nos encontramos solos en un hotel de 45 habitaciones. De todos modos, fue una estancia muy agradable y seguramente vuelva allí si algún día vuelvo al Macizo Central.
Tras pasar la noche en Saint Nectaire, hicimos la mayor parte del trayecto por el Macizo Central (unos 250 kilómetros) a una altitud de más de 1000 metros sobre el nivel del mar, bastante más de lo que esperábamos. Además, conducimos entre una espesa niebla, que daba a todos los montes de alrededor un paisaje tenebroso. Al pasar por la zona de Givaudan, no me extrañó nada que en tiempos hubiera un lobo gigante que asustaba a la población (en esta leyenda se basa la película francesa "El pacto de los lobos"). Lo mínimo que debe vivir en esos parajes oscuros y angostos deben ser lobos gigantes.
Antes de abandonar el Macizo Central, pasamos con el coche por el Viaducto de Millau, una impresionante obra de ingeniería, que permite hacer en poco más de dos kilómetros un trayecto que antes requería más de treinta kilómetros. El tamaño de este puente de 2,5 kilómetros de longitud es sencillamente impresionante, sobre todo su altura sobre el suelo (unos 300 metros en el punto más alto). De todos modos, conduciendo por él, en ningún momento se tiene la sensación de estar por un puente a tantos metros de altura. Los siete pilares que sustentan el puente parecen, desde cierto punto de vista, las velas de un barco.
Tras este paso por Millau, la siguiente parada del viaje de retorno de Francfort fue Carcasona, ya cerca de la frontera española.
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