Wednesday, April 08, 2009

En el corazón de Borgoña

La siguiente etapa de nuestro viaje por Francia nos llevó al corazón de Borgoña; más concretamente, a su capital, Dijon, y a Cluny. El Ducado de Borgoña vivió su esplendor alrededor de los siglos XIII y XIV, llegando a tener posesiones hasta en la actual Holanda. Al atravesarlo en coche, puede apreciarse la gran riqueza agrícola que tiene y tiendo a pensar que el hecho de que no se tuvieran que preocupar en demasía por la comida, quizá hizo que fueran los primeros en lanzarse a la conquista de nuevos territorios. Aunque esto no es más que una pequeña suposición que seguramente esté equivocada, como la mayoría de las suposiciones que hacemos los economistas.

Dijon es una pequeña "ciudad de provincias", muy acogedora y con un destacable centro histórico peatonal. No está llena de monumentos que quitan la respiración, pero es verdaderamente muy agradable pasear entre sus calles, donde es fácil apreciar la riqueza de sus habitantes. La gran cantidad de iglesias y de palacios que allí se encuentran nos evidencian el poder que el Ducado de Borgoña tuvo en la Edad Media. El edificio más importante de Dijon es el Palacio Ducal, que actualmente hace la función de ayuntamiento. Tiene un cierto aire de ciudad venida a menos, pero aún así es muy recomendable visitarla.Dijon es famosa también por su mostaza, entre otros muchos productos agrícolas. Sin embargo, como no me gusta la mostaza, me quedaré sin saber a qué sabe la famosa mostaza de Dijon.

Se puede decir que la abadía de Cluny cambió el rumbo de la Edad Media desde su fundación en el siglo IX (hace XII siglos, nada más y nada menos). Sin embargo, la mayor parte de ella fue destruida tras la Revolución Francesa, dentro de los años salvajes que la siguieron y hoy en día apenas puede apreciarse su pasado esplendor. Lo único que queda en pie es una de las dos torres, que se puede ver en la foto de la izquierda. Para dar una idea del tamaño de la iglesia de la abadía, diré que la foto está tomada desde lo que era la entrada a la misma, que se extendía hasta la torre que se ve al fondo.

De todos modos, uno llega a Cluny esperando encontrarse con una re-edición de la abadía de "El nombre de la rosa" y no puede evitar quedar algo decepcionado por lo que encuentra. De todos modos, la importancia del lugar en la historia europea y la belleza del pueblo de Cluny hacen que la visita, al final, merezca la pena.

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