La siguiente etapa del viaje por Francia era el Gran Balón de Alsacia, el primer puerto que se ascendió en el Tour de Francia, allá en los inicios del siglo XX. Desde ahí, en teoría, se tienen espléndidas vistas de los Vosgos, de Alsacia e incluso de la Selva Negra en Alemania, pues se trata del punto más alto en muchos kilómetros a la redonda. Con lo que no contaba yo es con la capa de nieve que nos estaba esperando. Ya en la autopista se veían las cumbres de los Vosgos con algo de nieve, pero solo tras ver un lago totalmente helado en mitad de la ascensión empecé a temerme lo peor. Llegamos a Markstein, el último pueblo antes de la cima, donde se ha construido una estación de esquí, y ahí no pudimos pasar. Básicamente por la capa de un metro de nieve que cubría la carretera (como puede comprobarse en la foto que introduce este párrafo) y por el hecho de habernos dejado los esquíes de fondo en casa.
Al dar un pequeño paseo por Markstein la situación no mejoró mucho; sino más bien al contrario, en el aparcamiento de un hotel me encontré con una capa de nieve bastante más alta que yo (que mido 1,80 de alto, más o menos). La nieve llegaba hasta el primer piso del hotel y cubría casi por completo una caravana que su incauto dueño dejó allí pasando el invierno. Nunca en mi vida he visto tanta nieve junta, la verdad, y mucho menos, a primeros de abril.
Así que con todo esto nos dimos media vuelta y volvimos por donde habíamos venido, sin poder coronar el Gran Balón de Alsacia. Pudimos haberlo intentado con el Pequeño Balón de Alsacia y con el Balón de Alsacia (a secas), pero pensamos que no íbamos a obtener resultados mucho más positivos.
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