Desde mi regreso de Fráncfort, donde estuve trabajando tres años muy cerca del mundo financiero, cada vez tengo más a menudo la sensación de que el sistema financiero actual funciona en una suerte de mundo virtual paralelo (como el de Matrix, por ejemplo), teniendo una influencia sobre el mundo real limitada.
En un principio, asumiendo un mundo simplificado, los bancos se crearon para captar ahorro de sus depositantes de modo que con ese ahorro se puedan financiar proyectos empresariales. En cierto sentido, los bancos no hacen sino poner en contacto a ahorradores y empresarios, y ganan un pequeño margen por ello. Sin embargo, el desarrollo incontrolado del sistema financiero en los últimos treinta años (más o menos, desde el mandato de Reagan) ha dejado esta labor de contacto en un segundo plano y ha hecho de las relaciones con otros bancos y con y otras instituciones financieras la parte más importante de su existencia. Así, la función principal de un banco ha dejado de ser, a día de hoy, la de poner en contacto a ahorradores y empresarios, para que los segundos puedan desarrollar sus proyectos de inversión. Al contrario, el mantra capitalista de maximización del beneficio, que puede conseguirse por métodos tradicionales o por otros menos ortodoxos, como mediante una participación muy activa en los mercados financieros, ha alejado a los bancos del mundo real. Aquí no digo que esta segunda solución sea mejor o peor que la tradicional, únicamente digo que ahí está. Además, en el caso de los bancos españoles, esta tendencia no es tan marcada como en el caso de otros grandes bancos europeos.
De esta manera, los bancos se han despegado (en el sentido de "desapego") del mundo real, para pasar a operar casi exclusivamente un mundo virtual de transacciones financieras, donde luchan unos contra otros para obtener un beneficio. No hay que olvidar que el sistema financiero es un sistema de suma cero: para que uno gane otro tiene que perder. No es posible encontrar un equilibrio donde todos ganen, así que la lucha para estar en el lado de los vencedores es feroz. Estas actividades requieren una gran cantidad de recursos (empleados de primer nivel pero también, por ejemplo, ordenadores potentes para el High-Frequency Trading), de manera que el negocio tradicional del banco (llamado "retail" en inglés) va perdiendo importancia en el conjunto de actividades del banco. El gráfico de abajo muestra el crecimiento de las transacciones financieras, donde el PIB del mundo está fijado en 1.
En esta nueva realidad, de poco sirven las operaciones de política monetaria, en el sentido clásico, porque el tablero de juego ha cambiado. Los supervisores, totalmente en las manos de estos grandes bancos, apenas alcanzan a entender lo que tienen entre manos. Las dos LTRO (inyecciones de liquidez con un vencimiento de tres años que el BCE realizó hace unos meses) no han acabado como crédito a las empresas (como dictaba la teoría) sino que los bancos han utilizado esta liquidez para entrar con más fuerza en los mercados financieros. De ahí la situación actual de alza en las bolsas y aumento de la demanda de bonos, del tipo y calidad que sea. Análogamente, ante la última bajada de tipos de interés del BCE, cuando uno escucha a un analista financiero hablar sobre sus efectos, parece que está hablando de un mundo paralelo pues en ningún momento considera como cierta la relación entre tipos de interés y crédito a las empresas.
Por expresarlo metafóricamente, antes el billete que un ahorrador depositaba en el banco, salía pronto del edificio (metáfora del sistema financiero) en el bolsillo de un empresario para acometer un proyecto de inversión (la economía real). Ahora ese billete no abandona el edificio, sino que da vueltas de un despacho a otro, cambiando rápidamente de manos pero sin llegar a la economía real.
Me recuerda tanto al mundo virtual de Matrix...
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