En estos días, Real Madrid y Barcelona se han enfrentado cuatro veces, una en liga ACB y las otras tres dentro del play-off de acceso a la Final Four de la Euroliga. Con independencia del resultado de estos partidos, querría hacer algunos apuntes sobre los dos equipos, tremendamente antagónicos esta temporada.
En primer lugar, ambos equipos se han marcado el mismo objetivo: alcanzar la Final Four; si bien han dispuesto de medios muy diferentes. El Barcelona ha fichado jugadores contrastados, de generosos salarios supongo, y los ha puesto a jugar juntos. Este es el caso de Kakiouzis (jugador que encuentro, por otra parte, sobrevalorado), Marconato, Basile, Thornton, Williams y algún otro que se me escape. El Real Madrid, por su parte, ha preferido fichar jugadores de futuro, comprometidos con el club a largo plazo y, también importante, con menos caché.
Los dos entrenadores también son opuestos. Dice uno de ellos, Maljkovic, que de cada diez entrenadores, seis hacen peor al equipo, tres lo dejan igual y solo uno lo mejora. Bien, Dusko Ivanovic es uno de los seis que empeoran al equipo. Sobre el papel y viendo las plantillas, el Barcelona tendría que ganar al Real Madrid de al menos 20 puntos. ¿Por qué no sucede así? Quizá por el señor histérico que gesticula y abronca en público a sus jugadores, que no ayuda en absoluto a calmarlos y que los culpa de cualquier mínimo error. Me extraña que algún día algún jugador contrastado (Fucka, por ejemplo, aunque pudiera ser cualquier otro) no le mande a la mierda, con perdón, pues este comportamiento no lo encuentro admisible en un entrenador. En cuanto a tácticas, la pobreza de ideas de Ivanovic es remarcable, casi todo se reduce a darle el balón a Navarro (que me parece uno de los mayores talentos de Europa), pero con esa plantilla hay que exigir algo más.
En el banquillo contrario, Maljkovic es lo contrario, mantiene en todo momento la tranquilidad, y esta tranquilidad ayuda a sus jugadores a controlar la tensión propia de los momentos decisivos de un partido. Ante un final de partido igualado, en el que las pulsaciones de los jugadores están desbocadas, ¿quien ayuda más: el señor histérico fuera de control, o el señor calmado y comprensivo? Me llama la atención cómo habla a sus jugadores en un tiempo muerto, sin pizarra y todos de pie en la pista. Tácticamente, tampoco hay mucho que comentar, salvo el incontable número de posesiones que despercia Sonko botando el balón... Sin embargo, ver a Felipe Reyes o Axel Hervelle pelear cada balón como si les fuese la vida en ello, compensa cualquier defecto táctico. A los jugadores no se les puede pedir más, porque se entregan a tope en cada partido. Igualito que sus tocayos del fútbol...
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