Ayer mi primo Ismael tuvo un accidente en el trabajo. Una máquina le ha destrozado el brazo izquierdo. Cuando me lo contaron, lo primero en que pensé es que gracias a Dios a mí nunca me podrán pasar accidentes laborales graves, pues trabajo en un banco, y que qué bien empleados están todos estos años de estudios para evitar desgracias como estas.
Por cierto, parece que podrá salvar el brazo y que no ha perdido la sensibilidad en los dedos.
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